Luna de miel, en cuarto menguante

Sólo Sergio Massa y los suyos, los más cercanos, deben haber creído que todos los iban a esperar con confites y arroz para iniciar desde el Ministerio de Economía la luna de miel con la sociedad.

No hay luna de miel sencillamente porque no hay nada para festejar ni esperar.

La gestión arrancó con complicaciones. No hay equipo consolidado ni plan concreto.

Sólo medidas que hacen recaer el ajuste sobre el sector privado.

En la primera semana, los mercados reaccionaron mal y el Central perdió 700 millones de dólares.

Ahora, Massa opera con distintos sectores para juntar al menos 5.000 millones de dólares, una cifra de valor simbólico, pero que puede durar poco si no hay cambios de fondo.

Eligió a un vice, Gabriel Rubinstein, y no lo pudo nombrar.

Huboi tuits de Rubinstein contra los Fernández, Cristina y Alberto, y retuiteó cuestionamientos al Gobierno de fuertes opositores al oficialismo: Patricia Bullrich (Pro), José Luis Espert (Avanza Libertad) o la economista liberal Diana Mondino.

Rubinstein llegó a decir en setiembre de 2014: “Para mí, sumarse al kirchnerismo sería como decir: ‘Soy un idiota, pero vivan Néstor y Cristina, carajo’”.

Massa, en medio de todo, se quedó con el área de Energía.

Logró lo que no obtuvieron ni Alberto ni su primer ministro de Economía, Martín Guzman: que se fueran los camporistas Darío Martínez y Federico Basualdo.

El cristinismo-camporismo había vetado la quita de subsidios y se atalonaron, hasta este fin de semana, en sus cargos.

Ahora que se fueron, Massa trajo de Salta a Flavia Royón.

Más allá de la política, esta semana viene lo peor: el jueves se anuncia cómo quedan los subsidios.

O, lo que es lo mismo, un tarifazo, lo disfracen como quieran.

No se agotan ahí las malas noticias: también se va a conocer la inflación.

Y, por si fuera poco, lo rozan escándalos ajenos: después de los insultos que recibió en Cañada de Gómez, censuraron a la periodista Viviana Canosa, que iba a poner en el aire lo que se vio por todos lados.