El mundo sin Alberto y el “plan llegar” de Sergio

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El mundo sin Alberto y el "plan llegar" de Sergio

21/04/2023 | 17:49

  

Redacción Cadena 3

Julio Perotti

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El mundo sin Alberto y el “plan llegar” de Sergio

Fue una mañana de intensidad política. Esto decía en un video el presidente Alberto Fernández:

“Tengo que concentrar mi esfuerzo, mi compromiso y mi corazón en resolver los problemas de los argentinos (…) El contexto económico me obliga a dedicar todos mis esfuerzos a atender los difíciles momentos que atraviesa Argentina”.

Este argumento de Alberto Fernández, al anunciar que desiste de ir a la reelección, tiene demasiado de falacia.

Primero, porque sorprende que diga que tiene que concentrar sus esfuerzos en los problemas de los argentinos ante el contexto económico.

¿Qué estaba haciendo hasta ahora? Si estaba poniendo el esfuerzo, a la luz de los resultados, no se notaba.

No le ayuda recordar la herencia ni vale la pena repasar los datos de inflación, de pobreza, de reservas, de dólar blue. Los tenemos a la vista en todo momento. Todos los índices se han agravado.

Segundo, porque todos –hasta los más desentendidos– saben que la incidencia de Alberto Fernández en el Frente de Todos era nula.

La Cámpora hizo de todo para bardearlo y expulsarlo del futuro. Cristina lo cacheteaba y lo obligaba a actuar por reacción. Recordemos el caso de los “funcionarios que no funcionan”.

Ahora, en su renunciamiento, Alberto le dedicó a Cristina una chicana: “Debemos democratizar nuestro espacio. Démosle la lapicera a cada militante”. O sea, que las listas no salgan de la pluma de la señora.

La única resistencia exitosa de Alberto fue mantener las PASO, que ni Cristina ni el resto del peronismo quería. Alberto se plantó y logró, al menos para él, un pequeñísimo triunfo.

Además, la capacidad de decisión de Alberto

sobre las medidas económicas también es nula desde un tiempo a esta parte.

Si el poder político en sus manos era casi formal, el económico está ahora más que nunca en manos de Sergio Massa.

El eje de la autoridad en la Argentina hace rato que no pasaba por Alberto. Fueron sucesiva o alternadamente Cristina y Massa.

Y no es Massa el que exhibe sus ambiciones, sino su mujer, Malena Galmarini, presidenta de AySA.

En julio del año pasado, Galmarini tuiteó:

“Atrapada por el insomnio me dispuse a ordenar la biblioteca audiovisual de mi teléfono… me topé con esta ‘perlita’. Todo vuelve, todo pasa, todo llega. Una remera que diga…”.

La “perlita” era un spot de campaña de Massa, que recién un mes después asumió como ministro de Economía, después de las fallidas experiencias de Alberto Fernández con Martín Guzmán y Silvina Batakis. O sea, allí estaba el matrimonio Galmarini-Massa mostrándose, como el buen 9 de área.

Días atrás, Malena lo hizo de nuevo: “Massa se queda hasta el final, porque el final es cuando se vaya Massa”, retuiteó la mujer sobre una expresión del economista y operador bursátil Alejandro Kowalczuk en Twitter.

Entonces, surge una tercera duda. ¿Acaso que Alberto baje su candidatura garantiza alguna tranquilidad económica?

Como mínimo, va a tener un resultado neutro.

Va a estar en sillón más prestado que nunca. Hay que ver si cuando toca el timbre, el mozo de la Casa Rosada lo atiende…

O sea, si de su poder depende, todo va a seguir como hasta ahora, en la pendiente.

Salvo que el “plan llegar” que lleva adelante Massa, le abra las puertas de Estados Unidos para que desde allí Joe Biden habilite un “dolarducto” y se garanticen las reservas.

Eso no depende de Alberto sino de la capacidad de seducción de Massa y de su principal operador en Washington, el embajador Jorge Argüello.

El contexto geopolítico podría ayudar: Estados Unidos mira con preocupación los movimientos de Lula, el presidente de Brasil, con China y Rusia.

Y no puede permitir que la Argentina no sirva de contrapeso en la región.

El cristinismo ya ha dado muestras de sus preferencias por China. Por eso, la inquietud de Estados Unidos.

Fuentes de la oposición política observaban con atención los movimientos. Su diagnóstico es que el problema central de Massa son el dólar y las reservas, no la inflación.

Y ponen un plazo: 60 días. Estos dos meses, dicen, son cruciales.

Veremos si ese tiempo se flexibiliza ahora sin Alberto o se acorta.

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