Carroñeros

Era domingo. Y los medios de comunicación mostraban partes, apenas partes, de la terrible tragedia que el sábado había azotado a Bahía Blanca.

Un tornado había arrasado la ciudad: 13 muertos, destrucción total.

El presidente Javier Milei hizo lo que debía hacer: fue a esa ciudad, junto con varios de sus ministros, entre ellos Patricia Bullrich.

Milei se presentó con un traje de fajina militar.

Ese fue, para la oposición kirchnerista, su pecado.

Para ellos, estaba disfrazado.

Mostraron la hilacha y todo su desconocimiento de la Constitución: el presidente es el comandante en jefe de las Fuerzas Armadas. Por lo tanto, su jefe máximo.

Y su vestimenta, al final, era una cuestión totalmente menor.

Milei hizo algo más fuera de los focos de las cámaras: fue a visitar a los heridos.

No alcanzaron estos tuiteros, muchos conocidos, pero que no vale la pena nombrar.

Por ejemplo, Axel Kicillof, el gobernador de la provincia donde ocurrió la tragedia, se jactó porque él había llegado antes y porque la visita de Milei “fue un poco fugaz”.

También apareció Alberto Fernández, no para pedir disculpas por el desastre económico que vive la Argentina.

No, eso no.

Le leo el tuit que publicó y saquen sus conclusiones

“Con enorme pesar, envío mis condolencias a los familiares y seres queridos de las víctimas del tornado que azotó a Bahía Blanca. El Estado Nacional, a través del Gobierno, debe socorrer a esas familias y a todos aquellos que se han visto afectados con tan tremendo temporal”.

O sea, el que se fue en medio de un caos económico y social le da instrucciones a su sucesor que asumió hace apenas una semana.

Todos se tomaron de una frase de Milei para pretender mostrar un costado inhumano: "Estoy perfectamente confiado en que ustedes van a lograr resolver esta situación de la mejor manera posible con los recursos existentes".

No quiero traer recuerdos de qué hacían Alberto y Cristina cuando ocurrían otras tragedias.

Juzguemos luego cuánto hizo o dejó de hacer Milei con esta tragedia.

Hacerlo en medio del dolor por la muerte es de carroñeros.