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17/11/2025 | 13:20
Redacción Cadena 3
Sergio Suppo
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Una historia veneciana que revela, sin quererlo, el clima político argentino
Hay momentos en los que una situación aparentemente casual termina mostrando mucho más de lo que uno imagina. Eso me ocurrió en Venecia: mientras descansaba frente a una pequeña plazoleta, descubrí que el edificio que tenía delante no era uno más, sino La Fenice, uno de los teatros de ópera más prestigiosos del mundo.
Al día siguiente, entendí por qué su nombre resonaba tanto: la ciudad amaneció atravesada por una manifestación multitudinaria de gremios del sector cultural y músicos que protestaban contra la designación de Beatrice Benessi, una directora de 35 años a la que muchos consideran sin los méritos necesarios para conducir una institución de esa magnitud.
El dato inesperado era otro: Benessi está casada con un cordobés, Pablo Salort, exdirector comercial de Fadea. En Córdoba, Salort estaba bajo una investigación interna por haber negociado servicios de reparación de aviones con dos empresas privadas, una de las cuales registró el retiro de 30 mil dólares por parte de una secretaria suya. Si la situación se comprobara, implicaría un caso de coimas. Hasta ahora solo se sabe que hay una pesquisa administrativa y que Salort dejó su cargo en Fadea.
Mientras tanto, Benessi mantiene su puesto al frente de La Fenice y también figura como directora invitada del Teatro Colón, un nombramiento impulsado por una amiga cercana a la premier italiana Giorgia Meloni. Todo ello dibuja una red de vínculos que parece unir dos mundos que, en principio, deberían estar completamente desconectados.
Ese cruce inesperado de escenarios lleva de vuelta a la política argentina. El gobierno de Javier Milei atraviesa un momento decisivo, reforzado por dos apoyos que resultan fundamentales en cualquier administración: el respaldo explícito del gobierno estadounidense y el aval de una parte significativa de la sociedad que ratificó su rumbo económico en las urnas. Ese doble sostén le permite acelerar su agenda.
Por eso el ministro del Interior y el entorno de Karina Milei trabajan para asegurar los votos necesarios en el PRO, entre los gobernadores peronistas dialoguistas y en los bloques provinciales. El objetivo es cerrar el año con el presupuesto aprobado y avanzar con la reforma laboral, incluso antes de enero si es posible. La práctica política demuestra que los momentos iniciales son los más aprovechables, cuando la sorpresa aún modera la resistencia y los actores no terminaron de reorganizarse.
El Ministerio del Interior escucha sin prometer. No concede ni se compromete porque quienes hoy reclaman fondos y obras todavía no ejercen presión real: saben que aún no están alineados entre sí ni en posición de imponer condiciones. Ese equilibrio define el clima político de estas semanas y explica la urgencia del oficialismo por avanzar mientras la ventana de oportunidad siga abierta.
Tal vez por eso aquella caminata en Venecia terminó revelando algo más profundo: en cualquier país, la política se mueve en un delicado detrás de escena, marcado por vínculos, designaciones que generan ruido, investigaciones que se superponen y decisiones que solo adquieren sentido cuando se observan en perspectiva.
La ópera y la política comparten algo esencial: lo visible es apenas una parte del verdadero drama. Y, a veces, un encuentro fortuito frente a un teatro histórico alcanza para recordarlo.
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Mauricio Macri lideró el Consejo Nacional de PRO en la sede de Balcarce 412. El partido refuerza su apoyo a reformas del Gobierno, pero se distancia de LLA y se enfoca en su identidad para 2027.