Los últimos días de Cristina en libertad

El próximo miércoles, Buenos Aires será testigo de una manifestación que promete ser multitudinaria, convocada en apoyo a Cristina Kirchner tras el fallo inapelable de la Corte Suprema que la condena a seis años de prisión y la inhabilita políticamente de por vida. 

Pero, más allá del ruido en las calles, cabe preguntarse: ¿puede una marcha, por masiva que sea, revertir una sentencia judicial? La respuesta es clara: no. La realidad no se modifica con multitudes, y el fallo de la Corte es irreversible, tanto en los tribunales argentinos como en los internacionales. 

Sin embargo, esta manifestación marca un punto de inflexión, no solo para Cristina, sino para el peronismo y la política argentina en su conjunto.

La pregunta central no es cuánta gente se reunirá en San José 1.111, ni si ese lugar se convertirá en un santuario de peregrinación o en un símbolo de poder. La verdadera incógnita es si Cristina Kirchner, aún detenida, podrá conservar la centralidad política que ostentó durante dos décadas como líder del kirchnerismo y heredera del legado de Néstor Kirchner. ¿Seguirán los dirigentes peronistas acudiendo a su lugar de detención —sea un departamento, una casa o donde sea— para consultarle qué hacer, cómo y con quién?

El peronismo enfrenta un dilema. Manifestarse contra el fallo es casi una obligación para los dirigentes, pues cuestionar a Cristina o apoyar la sentencia puede ser un suicidio político en un movimiento donde la sensibilidad kirchnerista sigue siendo fuerte. 

No olvidemos que, nos guste o no, Cristina aún representa entre un 25% y un 30% de la opinión política del país. Pero, ¿mantendrá esa influencia en un contexto de detención? ¿O estamos ante el inicio de un proceso de reformulación del peronismo, con nuevos liderazgos emergiendo en el horizonte?

Un primer indicio llegará con las elecciones bonaerenses del 7 de septiembre. En la provincia de Buenos Aires, donde Cristina Kirchner aún controla una porción significativa del conurbano, su influencia podría mantenerse, a pesar de la competencia con figuras como Axel Kicillof. Sin embargo, si el peronismo pierde esa elección frente a la alianza de libertarios y el PRO, ¿volverán los dirigentes a consultar a Cristina para la estrategia nacional de octubre? Es probable que no. La condena marca un antes y un después, y el peronismo, quiéralo o no, está entrando en una nueva etapa.

Cristina, sin duda, buscará mantenerse como protagonista, pero su capacidad de liderar desde la reclusión es incierta. La política no espera y los liderazgos se renuevan en función de las circunstancias. El próximo miércoles, más allá de la cantidad de personas en la calle o de los incidentes que, esperemos, no ocurran, será el comienzo de un experimento político. Una nueva época para el peronismo, con o sin Cristina en el centro de las decisiones.

Lo que está claro es que nada será igual. La notificación formal de su condena abrirá un capítulo inédito, donde el peronismo deberá decidir si aferrarse a una líder que marcó una era o buscar un nuevo rumbo. La política argentina, siempre impredecible, está a punto de escribir una página que definirá no solo el futuro de un movimiento, sino también el de un país que observa con atención.