Jubilaciones en Córdoba: un problema eterno, en un cambio de época

Hay problemas tan viejos, tan repetidos, que uno casi se cansa de hablar de ellos. El de la Caja de Jubilaciones de Córdoba es uno de esos. Está en la agenda pública desde hace más de 40 años y vuelve, una y otra vez, como un loop que no se corta nunca.

Para entender cuán viejo es el problema alcanza con un dato casi anecdótico. En 1993 gobernaba Eduardo Angeloz. En aquella elección, el radicalismo cordobés hizo campaña con una bandera muy clara: no entregarle la Caja de Jubilaciones al Gobierno nacional, que tenía como ministro de Economía a Domingo Cavallo y como candidato en Córdoba a Juan Schiaretti. Angeloz ganó por muy pocos votos. Ya entonces la Caja era deficitaria. Hace más de 30 años.

Después vino Ramón Bautista Mestre y metió una reforma jubilatoria por decreto. Acomodó un poco los números, sí, pero lo hizo mal desde el punto de vista institucional. El final era inevitable: la Corte Suprema terminó declarando inválida esa reforma porque no había pasado por la Legislatura, aunque reconocía que tenía lógica económica. Y así podríamos seguir un buen rato más.

Hubo parches de todo tipo. Hubo juicios, muchos juicios, de los gobiernos peronistas cordobeses contra distintos gobiernos nacionales para reclamar fondos que, según Córdoba, la Nación no giraba correctamente para compensar el déficit previsional. 

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Todo eso en una Caja que no tiene un régimen, sino varios: policías, EPEC, bancarios, judiciales, jueces, empleados públicos provinciales, municipales del interior, municipales de la ciudad de Córdoba. Todos cobran distinto, todos aportan distinto. En general, aportan más que un trabajador común que tributa al ANSES. Y aun así, nunca alcanza.

Hoy el número es brutal. El déficit de la Caja podría llegar el año que viene a 820 mil millones de pesos. Este año rondó los 700 mil millones. Una cifra que habla sola. Y una historia que parece no terminar nunca.

Pero acá hay algo distinto. No es solo una época de cambios. Es un cambio de época. Y me da la impresión de que a muchos cordobeses —a cuatro millones de cordobeses— se les volvió intolerable seguir subsidiando con su propio bolsillo un sistema en el que los beneficiarios, en promedio, cobran mejores jubilaciones que las del ANSES. Eso está claro. El problema es quién paga esa diferencia.

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El peronismo gobierna Córdoba hace 26 años. En todo ese tiempo le puso parches a la Caja. Muchos parches. Pero el barco sigue haciendo agua. No solo porque hay jubilaciones muy altas y cada vez menos aportantes proporcionales, sino porque durante años se otorgaron jubilaciones anticipadas para achicar planteles. Gente que se jubiló a los 45 años. Se desfinanció la Caja y, al mismo tiempo, el Estado siguió creciendo.

Y hay algo todavía más grave: el propio Estado provincial se hace trampa a sí mismo. Se autoengaña. Tiene monotributistas, contratados, trabajadores que no aportan a la Caja de Jubilaciones de Córdoba. Es decir, el mismo Estado que dice querer arreglar el sistema es el que lo desfinancia.

Miguel Siciliano, flamante ministro y vocero político del gobierno de Martín Llaryora, dijo que esto no puede continuar. Y tiene razón. No puede continuar. El problema es que ya no hay a quién echarle la culpa. Los radicales no lo resolvieron, es cierto. Pero el peronismo lleva 26 años sin resolverlo tampoco. Y mientras tanto lo seguimos pagando todos: los que no somos beneficiarios de la Caja, los propios jubilados y los empleados públicos que ahora deberán volver a aumentar aportes que ya son más altos que los del sistema nacional.

Quizá haya llegado el momento de discutir algo que hasta hace poco parecía impensado: si el Estado provincial debe seguir siendo el administrador de las jubilaciones de Córdoba o si no deberían ser los propios empleados públicos quienes administren su sistema previsional.

Lo que parece claro es que este esquema, así como está, ya no va más. Y que seguir pateando el problema hacia adelante, como se hizo durante décadas, es una factura que cada vez menos cordobeses están dispuestos a seguir pagando.

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