Fernández, en el difícil intento de salir del escándalo

El escándalo de Olivos es un tema ineludible. Hay una derivación, luego del impacto fortísimo que provocó la publicación de la fotografía el jueves de la semana pasada, dentro de todo el Gobierno y dentro de la oposición.

También es interesante detenernos en las consecuencias que tiene, porque no es que sólo se agota el impacto que provoca el descubrir que cuando todo el país estaba encerrado, por orden de Alberto Fernández, el Presidente hacía fiestas de cumpleaños en la propia residencia de Olivos, es decir, incumplía las normas que él mismo había impuesto y planteado.

Hay varias consecuencias: una consecuencia política, el uso y la acción que está tomando la oposición respecto de esta cuestión; la forma en la que está tratando de ser defendido el presidente Alberto Fernández y el intento de relativizar la cuestión también por parte de la propia pareja presidencial.

También el intento de desviar la atención con la fotografía de Fabiola Yáñez tomándose el abdomen como si estuviese embarazada (probablemente lo esté, no lo sabemos, es un misterio que se mantiene todavía, tres días después) fue publicada por la propia Presidencia, por el Instagram oficial de la primera dama.

Están desde el propio Gobierno tratando de desviar la atención, vulgarizando una situación políticamente grave. Hay, por otra parte, una consecuencia judicial, porque hay decenas de miles de argentinos que tienen causas judiciales abiertas por haber violado las normas del decreto de necesidad y urgencia planteado por Alberto Fernández. 

De manera que es probable que si la causa avanza y las explicaciones que tendrá que dar Alberto Fernández ante un fiscal, es muy probable que atraviese una situación judicial también complicada y compleja. 

El tema se va apagar durante la campaña electoral. La oposición obviamente, tratará de que no se apague. Naturalmente el oficialismo tratará de evitar que el tema siga vigente. El propio oficialismo, el conjunto del oficialismo, ha cerrado filas luego del primer impacto inicial, para tratar de proteger a Alberto. Pero sobre todo para evitar el daño electoral que provoca esta situación, particularmente en las elecciones primarias del 12 de septiembre.

Estamos recordando esta semana y esta radio especialmente ha recordado los valores de General San Martín. Y quiero terminar con el recuerdo de una pequeña anécdota que se me viene. Hace muchos años, cuando yo era un alumno de la primaria en la contratapa de uno de los cuadernos que yo tenía había escenas históricas de distintas épocas.

Una de las escenas históricas era la anécdota de San Martín en 1816 en el campamento del Plumerillo, en Mendoza, intentando entrar a un polvorín. San Martín había de determinado que al polvorín no se podía entrar con botas y con espuelas, porque obviamente era un lugar muy peligroso. 

San Martín intentó ingresar al polvorín y fue detenido por el guardia. San Martín intentó volver a entrar al polvorín y fue nuevamente detenido por el guardia. ¿Qué hizo San Martín? Volvió hacia hacia su residencia, se puso una vestimenta adecuada y finalmente pudo entrar. Y luego premió al guardián del polvorín, porque había cumplido con su deber. 

San Martín había establecido una norma y él mismo la había cumplido y sus hombres la habían cumplido. No estoy haciendo ni siquiera un paralelismo con aquel recuerdo. Pero viene muy al caso recordar esta anécdota a pocas horas de que se recuerde un nuevo aniversario del fallecimiento de San Martin y a pocas horas de que se recuerde el papelón del presidente Alberto Fernández.