El silencio electoral y el veredicto de las urnas

Este viernes, a partir de las 8 de la mañana, comienza el silencio electoral. Es una de las disposiciones más sabias de nuestra legislación electoral argentina, que otros países no tienen. El silencio siempre es reparador, aunque en los últimos tiempos se ha violado sistemáticamente a través de las redes sociales. Los candidatos siguen en campaña, inventan actividades. Incluso los domingos, ya no se mantiene la costumbre de hablar generalidades al votar: los dirigentes declaran como si estuvieran en pleno acto proselitista, con gente votando alrededor.

Todas las campañas electorales se parecen entre sí, pero cada una deja datos que la distinguen y por los que será recordada. Esta campaña de medio término de 2025 no es la excepción. Dos datos la marcan de manera inédita.

El primero: es la primera vez que el principal candidato del principal distrito del país, José Luis Espert de La Libertad Avanza en la provincia de Buenos Aires, debe ser reemplazado por una acusación de narcotráfico. Esto ocurrió en un contexto de extraordinaria hipocresía del kirchnerismo, que celebró el hecho una vez comprobado que Espert había recibido ayudas de "Fred" Machado, acusado por narcotráfico que está siendo deportado desde Argentina a Estados Unidos. Recordemos que el kirchnerismo tiene el récord de funcionarios acusados y condenados por corrupción.

El segundo dato, que se repite en otras campañas pero con novedades: hace tres meses, el Gobierno enfrentó una corrida cambiaria que le costó mucho controlar. Se registraron intervenciones inéditas, como levantar retenciones para recaudar siete mil millones de dólares en tres o cuatro días de las cerealeras. 

Lo más importante: la intervención directa en el mercado cambiario argentino por el Departamento del Tesoro de Estados Unidos, algo que no había ocurrido antes.

Esto es un mérito y un problema para el Gobierno. Un mérito, porque desde su candidatura apostó por Donald Trump, su regreso a la Casa Blanca y un pleno alineamiento con Estados Unidos. Cuando necesitó ayuda, la tuvo en grande: un swap para consolidar reservas del Banco Central y una intervención cotidiana a través de bancos privados, que continúa hoy. Es un problema, porque revela una precariedad financiera que el Gobierno debió sobrellevar en medio de la campaña y de una contrariedad económica. 

El cálculo de tiempo falló: se esperaba llegar al domingo recogiendo el premio de haber bajado la inflación, reconocida por la demanda social hasta hace cinco meses. Ahora, las demandas sociales priorizan otros carriles que el Gobierno no puede satisfacer. Para evitar que suba la inflación y se produzca otra corrida, elevó al extremo las tasas de interés al inicio de la crisis, frenando violentamente el consumo y la actividad económica.

En Argentina, la principal cuestión del voto siempre es la económica. El domingo habrá una evaluación de la gestión económica de Javier Milei. ¿Perderá el gobierno? Honestamente, tiene la oportunidad de no perder, porque enfrenta rivales dispersos. El kirchnerismo ya no es lo que era: puede hacer una buena elección en Buenos Aires, ganará seguramente en las otras cuatro provincias que gobierna (Formosa, Santiago del Estero, La Rioja, Tierra del Estero), y le irá bien en Santa Fe, donde hay un triple empate. Pero no se esperan grandes actuaciones en otros distritos.

La competencia quedará en manos de los gobernadores de Provincias Unidas (como Córdoba y Santa Fe, más otras cuatro provincias) y un conjunto de partidos provinciales, contra La Libertad Avanza, que solo tiene acuerdos en cuatro distritos: Mendoza, Chaco, Ciudad de Buenos Aires y un acuerdo electoral en provincia de Buenos Aires (donde gobierna el kirchnerismo).

La campaña también transcurrió en tensión por la participación ciudadana. ¿Recuperaremos el nivel por encima del 70%? En las últimas elecciones provinciales fue baja: 50% o 60% en algunos casos. Es probable que nos acerquemos al 60% el domingo.

El resultado electoral es muy importante: convoca a revisar o reafirmar el rumbo. Pero después del domingo, lo más relevante es qué hará el Gobierno para recuperar la gobernabilidad perdida. 

¿Le alcanzará con cambios de gabinete? ¿Inaugurará una etapa de negociaciones para reformas estructurales con partidos que lo ayuden en el Congreso? Le faltarán decenas de diputados y senadores, por lo que deberá hablar con adversarios circunstanciales de esta campaña. No podrá con el kirchnerismo, que tiene fuerte representación parlamentaria. El objetivo inmediato postelectoral es rearmar una mayoría en el Congreso, una vez contadas las bancas de cada fuerza.