El día después del cierre de listas

El cierre de listas para las elecciones legislativas, lejos de traer claridad, desató una tormenta interna en las dos grandes coaliciones políticas de Argentina: el peronismo kirchnerista y las fuerzas libertarias. Más que un ejercicio de orden, el proceso dejó al descubierto fracturas profundas, liderazgos cuestionados y la emergencia de un centro político que, alimentado por los heridos de ambos bandos, busca convertirse en una alternativa viable.

En el kirchnerismo, la provincia de Buenos Aires fue el epicentro de un cierre caótico. La imagen de un oficialismo cortando la luz para ganar tiempo y presentar listas a destiempo es tan simbólica como reveladora. 

Cristina Kirchner, otrora dueña de una lapicera que alineaba gobernadores e intendentes, enfrenta hoy un liderazgo debilitado. Una porción significativa del peronismo bonaerense responde más a Axel Kicillof que a ella, mientras los intendentes del conurbano, columna vertebral del voto peronista, muestran su inquietud. Antes aplaudían a Cristina y rogaban por su presencia en actos; ahora, temen que su figura sea un lastre electoral. Prefieren, en muchos casos, el perfil de Kicillof o, al menos, mantener las distancias.

La sangría no se limita a Buenos Aires. Gobernadores como Gerardo Zamora (Santiago del Estero), Raúl Jalil (Catamarca) u Osvaldo Jaldo (Tucumán) tomaron distancia del kirchnerismo, mientras otros, como Gustavo Sáenz (Salta), nunca estuvieron del todo alineados. 

De los 17 a 20 gobernadores que Cristina supo manejar con un telefonazo, hoy apenas conserva incondicionales en Formosa, La Rioja y Tierra del Fuego. El peronismo, que alguna vez se jactó de ser una fuerza nacional, hoy aparece fragmentado, con gobernadores e intendentes que rehúyen el sello kirchnerista. ¿Podrá el peronismo presentarse como una opción verdaderamente unificada en octubre, cuando se renueve el Congreso?

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Del otro lado, las fuerzas libertarias tampoco escapan a las tensiones. En la provincia de Buenos Aires, el "triángulo de hierro" liderado por Javier Milei, con Karina Milei y Santiago Caputo como pilares, mostró fisuras. Karina, encargada del armado político de La Libertad Avanza, priorizó su sector por sobre el de Caputo, dejando a este último debilitado. Los "jóvenes tuiteros" y las "fuerzas del cielo" que Caputo representa recibieron migajas en las listas bonaerenses, un anticipo de lo que podría ocurrir a nivel nacional. 

¿Cuánto espacio tendrán en los grandes distritos? La respuesta comenzará a delinearse en eventos como la "Derecha Fest" en Córdoba, donde Milei será protagonista, pero las tensiones internas estarán a flor de piel.

En el centro del tablero, emerge una tercera vía que recoge a los descontentos de ambos lados. En Córdoba, el radicalismo, liderado por Rodrigo de Loredo y Marcos Ferrer, aprobó negociar una alianza con los libertarios, pero con una condición: encabezar la boleta. Sin embargo, los libertarios solo estarían dispuestos a ceder el tercer lugar, un puesto que, con las tres bancas que el radicalismo pone en juego, podría quedar fuera de alcance. ¿Aceptará el radicalismo ser furgón de cola? ¿O apostará por ir solo, como sugieren algunos sectores? 

La situación se complica con figuras como Luis Juez, quien parece dispuesto a ceder ante las decisiones de Karina Milei, y con el exgobernador Juan Schiaretti, que teje alianzas con radicales bonaerenses y, probablemente, con el radicalismo santafesino.

Este centro político, aún en construcción, se nutre de los heridos de las grandes coaliciones: radicales desencantados, peronistas no kirchneristas y sectores que buscan un punto intermedio entre el oficialismo libertario y el peronismo en crisis. Sin embargo, su éxito dependerá de su capacidad para transformar esta amalgama de desencantos en una propuesta coherente.

El cierre de listas, que debía ordenar el panorama, dejó más preguntas que respuestas. ¿Podrá Cristina Kirchner recomponer su liderazgo en un peronismo fragmentado? ¿Lograrán los libertarios mantener la unidad detrás de Milei o cederán ante las pugnas internas? ¿Y qué tan lejos llegará este centro político que, por ahora, parece más un refugio de heridos que una fuerza consolidada? 

Agosto, con el cierre definitivo de candidaturas, traerá algo de claridad. Pero, por ahora, el tablero político argentino es un mosaico de papelitos rotos, donde las grietas internas y las ambiciones cruzadas prometen una campaña tan intensa como impredecible. 

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