El costo de los errores propios

El fin de semana quedará marcado como un punto de inflexión para La Libertad Avanza. La expectativa estaba puesta en un solo nombre: José Luis Espert, el candidato a diputado por Buenos Aires que, tras días de rumores y filtraciones, anunció su renuncia en un tuit escueto, apenas horas antes de una entrevista del presidente Javier Milei. 

"Por el bien de la Argentina, me bajo", escribió Espert, sellando el fin de un capítulo que expuso las fisuras internas del oficialismo y los costos de sus errores tácticos. Pero esta no es solo la historia de una candidatura fallida; es el reflejo de un gobierno que, en su cruzada contra la "casta", se topó con sus propias contradicciones.

El viernes, en Olivos, todo estaba "cocinado". Voces del entorno presidencial –incluyendo a Karina Milei– daban por hecho que Espert abandonaría su candidatura. Sin embargo, en un giro dramático, el economista insistió en seguir. Fue un intento desesperado: el sábado, en una entrevista radial, se quebró emocionalmente, llorando al intentar justificar sus vínculos con Federico "Fred" Machado, un empresario detenido por narcotráfico y lavado de dinero, cuya extradición a Texas podría confirmarse esta semana. 

Espert admitió haber volado más de 35 veces en aviones pagados por Machado durante la campaña de 2019 y haber recibido fondos de una minera guatemalteca ligada al mismo. Aunque él lo llame "consultoría privada", los hechos son irrefutables: un candidato libertario, bandera de la transparencia, estaba manchado por asociaciones incompatibles con el discurso del Gobierno.

El problema no es solo Espert. Es Milei. Fue el presidente quien lo eligió como cabeza de lista en la provincia clave, ignorando antecedentes que, en cualquier democracia seria, lo habrían descartado de inmediato. No se necesita una ley de ficha limpia –aunque su ausencia, frustrada por una maniobra de senadores misioneros cercanos al oficialismo, es otro punto negro– para saber que un candidato con estos vínculos es un blanco fácil. 

/Inicio Código Embebido/

La oposición, con el kirchnerismo a la cabeza, no dudó en explotarlo. Sí, puede haber sido una "operación", pero los datos eran reales. Y eso es lo que duele: un gobierno que llegó prometiendo erradicar la corrupción no puede permitirse estos errores.

El gabinete libertario mostró, por primera vez, una fractura pública. Patricia Bullrich y Guillermo Francos, figuras de peso, cuestionaron abiertamente la viabilidad de Espert, no en reuniones privadas de hace meses, sino la semana pasada, cuando el escándalo ya era insostenible. Es un precedente grave: un candidato central, respaldado por el presidente, abandonado por su propio equipo. 

Milei, acorralado, tuvo que aceptar la renuncia. En su entrevista del domingo, intentó cerrar el capítulo: "Con la salida de Espert, terminamos con las distracciones y volvemos a los temas reales de la campaña". Tiene razón, pero el daño está hecho. 

¿Por qué Espert fue candidato en primer lugar? Ahora, Milei enfrenta un desafío y una oportunidad. A tres semanas de las elecciones, los argentinos están decidiendo su voto. Algunos ya eligieron; otros, con un criterio general, aún dudan; y muchos lo definirán en estos días. 

La disyuntiva que plantea Milei es clara: seguir su rumbo de ajuste y "libertad" o volver al kirchnerismo. Hay opciones intermedias –PRO, radicalismo–, pero el presidente apuesta por polarizar. Ya no habla de "arrasar", como en 2023, sino de "hacer una buena elección". Es un ajuste de expectativas, pero también una admisión tácita de que el caso Espert erosionó su credibilidad.

La caída de Espert es una lección. La Libertad Avanza debe limpiar sus filas –rumores apuntan a Diego Santilli como reemplazo– y reforzar su compromiso anti-corrupción con hechos, no discursos. Milei tiene una chance de mostrar madurez política: menos mesianismo, más rigor ético.

/Inicio Código Embebido/

-