18-12-22: Un equipo que conjugó coraje con talento.

Documental

Un equipo que conjugó coraje con talento

17/12/2023 | 10:00

 

Redacción Cadena 3

Raúl Monti

Es posible que el impacto haya sido tan grande que a un año de lo que vivimos en esos días gloriosos de Qatar, aún no tengamos la exacta dimensión de lo que significó esta gesta para la historia del fútbol argentino.

Un año es un lapso breve de tiempo, sin embargo parece que fue hace décadas o que cada recuerdo es un pantallazo que emerge de un libro de cuentos, como flotando en un universo paralelo similar a un sueño liviano.

Esos flechazos se han convertido en mil imágenes que atraviesan el alma. Quedamos marcados a fuego por las memorables corridas de Julián y del “Fideo”; angustiantes pasajes donde estuvimos al borde de perderlo todo y nos salvaron “el Dibu” o “el Cuti”; los goles inolvidables de “Lio”, y todo aquello que volveremos a ver en videos y en libros de historia, quizá dentro de medio siglo y nos parecerá que fue ayer.

Ese extraño fenómeno nos atraviesa porque este sueño que abrazamos con la magia de la radio, nos ha hecho perder la noción del tiempo.

En medio de esa locura colectiva que nos hermanó a todos, sin distinción de banderías políticas y futbolísticas, apareció al fin un equipo que conjugó coraje con talento. Orden y sacrificio con pinceladas de calidad dignas de un gran campeón del mundo. Una larga lista de astros y planetas alineados que no necesariamente se eclipsaban entre sí, siguiendo todos a un mismo Sol: Lio Messi.

El fútbol es una interminable sucesión de acontecimientos únicos e irrepetibles que inician en un “potrero del mundo” y culminan en un podio mundialista. Que si rebotó en el lado correcto del palo o si la pelota le quedó justita en los pies o si barrió de más y cometió un penal; son simples instantes que se dan en fracciones de segundo y cambian el curso de una historia de vida.

Solo los grandes equipos como Argentina en Qatar 2022, consiguen minimizar el impacto del imprevisto y gobernar el destino de esa esfera caprichosa que es la pelota.

Analizando línea por línea, desde el primero hasta el último; fuimos capaces de conformar un equipo con todas las letras, orbitando y apoyando a Messi, pero jugando cada quien un papel fundamental.

Tuvimos en el arco a un gigante con más personalidad que técnica como “el Dibu” Martínez, para siempre inmortalizado en esa pelota agónica que le tapó a Kolo Muani. El destino quiso que no le quedara a Mbappe o a Benzemá que lo miraba desde la tribuna insólitamente; pero también quiso que en nuestro arco estuviera “el Dibu”.

Las trepadas imparables de ese galgo de Embalse llamado Molina, que hizo un surco por derecha respaldado por otro, que casi no jugó nada como Montiel, pero estará en la foto eterna del último penal del título. Del otro lado dos abnegados laterales como Acuña y Tagliafico dejando la piel por la izquierda. En la zaga dos bestias como Romero y Otamendi que combinaron juventud y experiencia además de solvencia.

Lionel Scaloni, en otro de sus muchos aciertos, supo darle a ese dibujo defensivo cierta elasticidad cuando incluyó por momentos a Lisandro Martínez, como un perfecto comodín.

Llegando al medio, Rodrigo de Paul fue motor de avión en toda la etapa previa y acabó siendo motor de heladera en todo el mundial. Nunca terminó de arrancar y se paraba de a ratos provocando ciertos desequilibrios con sus malas entregas de balón aunque innegable por su sacrificio, sudor y lágrimas, que fueron importantísimos.

Ese sector neurálgico alternó buenas y malas pero se apuntaló en el soporte vital de las pinceladas de Alexis Mac Allister, el esfuerzo de Paredes por respaldar a De Paul, la contención de Guido Rodríguez cuando fue solicitado y una de las grandes revelaciones de todo el mundial: Enzo Fernández.

Párrafo aparte para los que metían la pelotita dentro del arco: la exuberancia física de Julián Álvarez, llamado a ser la gran figura internacional de nuestro fútbol en la próxima década y los aportes infalibles de dos que entraron para siempre en el bronce: Ángel Di María y Lionel Messi.

Reivindicados con los goles importantes, aparecieron en los momentos más calientes y dejaron sus sellos para que ya nadie dude que aún en los momentos más difíciles, siempre quisieron llegar a ese podio.

Siempre desearon retratarse con las copas más codiciadas y saldar todas las deudas que en su fuero íntimo tenían con la selección, coronando carreras impecables dentro y fuera de la cancha.

En aquellos días oscuros de falta de resultados, de finales perdidas, de diván de psicólogo o camilla de enfermería para “Fideo” o de aquel amague de renuncia para Lionel, cargaron como titanes la pesada mochila de las comparaciones y las frustraciones.

Lo de Qatar terminó siendo el cierre perfecto especialmente para ellos, porque estos dos próceres acariciaron la red, la gloria y millones de almas en la final más dramática de todos los tiempos.

Gracias a la radio y a Dios por estar ahí para contarlo porque lo recordaremos y de esto hablaremos hasta el último suspiro. Por eso será que nos parece que fue hace mucho y apenas pasó un año.

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