En una charla sin condicionamientos, el candidato a gobernador dejó al desnudo -como nunca se permitió hacerlo- sus dolores más profundos. Contó sus padecimientos como preso político y se quebró al recordar a su hija fallecida.
El senador del Frente Cívico respondió con picardía al diálogo que le propuso Mario Pereyra, en el término del ciclo "Los políticos no hablan de política". Se definió como "medio amargado" y se le quebró la voz cuando habló de su hija Milagros.
El actual diputado nacional por Córdoba reconoció que cuando era "chico" no le iba mal con el otro sexo. Admitió que en su casa "mandan las mujeres". Y contó que Ramón Mestre lo trataba como a un "hermano menor".